
(Imagen: ESO/S. Guisard)
Las lluvias de estrellas son de los eventos astronómicos más arraigados en la cultura popular, siendo las Perseidas (las Lágrimas de San Lorenzo) la más conocida de las que ocurren a lo largo del año. Esto es porque tiene lugar en pleno verano (a mediados de agosto) en una época de noches agradables en el hemisferio norte, de modo que es más cómoda de contemplar que las producidas por otros enjambres, como por ejemplo las Leónidas en las madrugadas de noviembre.
¿Qué es una «lluvia de estrellas»?
Se habla de una lluvia de estrellas cuando durante unos días se puede apreciar una frecuencia más elevada de lo normal de meteoros (lo que conocemos como estrellas fugaces) causada porque la Tierra atraviesa la nube de partículas dejada por un cometa en su trayectoria. Estos cuerpos experimentan importantes cambios cuando se adentran en el Sistema Solar interno debido a la interacción con el Sol, cuya radiación produce la sublimación del hielo del núcleo cometario y la expulsión al espacio de polvo que pasa a orbitar en una trayectoria similar a la del cometa, formando una especie de anillo o corriente de partículas. Cuando la Tierra atraviesa una de estas corrientes, las partículas dejadas por el cometa penetran en la atmósfera a una gran velocidad consumiéndose por el calor de la fricción sin llegar a alcanzar la superficie. Como resultado vemos una serie de trazos brillantes más o menos frecuentes que parecen venir de la misma zona del cielo. El nombre que se le da a la lluvia de estrellas corresponde al de la constelación en la que se encuentra este punto conocido como radiante. Por tanto las Perseidas se denominan así porque tienen su radiante en la constelación de Perseo, las Leónidas en la constelación de Leo, las Acuáridas en Acuario, etc.
Al ser producidas por distintos cometas, las características de cada nube (densidad, distribución, tamaño de las partículas, etc) son diferentes, de modo que cada lluvia de estrellas difiere de otra en la frecuencia de los meteroros, el brillo y la velocidad. Además una misma lluvia de estrellas puede presentar diferente número de meteoros por hora de un año a otro porque la Tierra atraviesa en cada momento zonas de diferente densidad de partículas. Cuando la densidad es muy alta y se dan cifras del orden de 1000 meteoros por hora se habla de una tormenta de meteoros. Pero esto ocurre en contadas ocasiones y lo normal es que esta tasa horaria sea de entre 10 y 150.
Las Perseidas
Las Perseidas son causadas por el enjambre dejado por el cometa 109P/Swift-Tuttle, descubierto en julio de 1862 y que apareció de nuevo en 1992. Es una lluvia de actividad alta, con una Tasa Horaria Zenital (THZ) de unos 100 meteoros por hora, llegando a los 400 cuando se produce el perihelio del cometa. Se pueden ver durante un periodo largo de tiempo (entre el 16 de julio y el 24 de agosto) aunque su máximo tiene lugar entre el 11 y 12 de agosto.
Para disfrutar de una lluvia de estrellas hacen falta dos cosas básicas: un cielo oscuro y abarcar el mayor campo de visión posible; por tanto hay que alejarse lo suficiente de los núcleos urbanos y no es necesario instrumento óptico alguno. Lo ideal es permanecer tumbado para ver una buena porción del cielo, pues aunque los meteoros parezcan proceder de la región de Perseo pueden recorrer grandes distancias en la bóveda celeste antes de desaparecer. Debemos centrar nuestra atención en zonas oscuras (y no en porciones de cielo sobre el horizonte contaminadas lumínicamente) preferiblemente en dirección nordeste y hacia el cénit. Una buena referencia para centrar nuestro campo de visión puede ser el cuadrado de Pegaso.
Estudiar una lluvia de estrellas
Podemos tomarnos esta actividad como algo puramente lúdico o al tiempo seguir una metodología para obtener una información que nos permita colaborar en el estudio de los enjambres meteóricos que realiza la Sociedad de Observadores de Meteoros y Cometas de España (SOMYCE), uno de los campos donde más pueden aportar los aficionados. Básicamente esta labor consiste en registrar las características, posición y hora de los distintos meteoros que se observan, lo que puede hacerse por diferentes métodos. Para ello SOMYCE publicó en 2009 una guía muy completa con motivo del año internacional de la astronomía que puede descargarse en su página.
Por otro lado, las lluvias de estrellas ofrecen una buena ocasión para la fotografía del cielo nocturno sin necesidad de un gran despliegue técnico. Con un trípode, una cámara y un objetivo gran angular podemos obtener imágenes de larga exposición en las que queden grabadas las estelas de varios meteoros. Si no nos importa que salgan los trazos de las estrellas y no hay excesiva contaminación lumínica podemos hacer tomas de varios minutos a una sensibilidad de entre 800 y 1600 ISO, pero hay que tener en cuenta que con las temperaturas nocturnas aparecerá mucha señal térmica debida al calentamiento del sensor con exposiciones prolongadas. Otra opción es realizar muchas tomas seguidas de entre 10 y 20 segundos a más sensibilidad, lo que evitará que aparezcan los trazos originados por el movimiento aparente de las estrellas, y con las que luego podremos componer un time-lapse.
